Gracias señor por darme
el fuego en mi pecho
por levantarme cuando caí
y la fuerza para avanzar.
El canto del viento
para secar mis lágrimas
por el cielo estrellado
cuando el sol se apaga.
Gracias señor mio
por el ave que trina,
la sonrisa sincera
y de la fe la certeza.
Por el silencio
en que me escuchas
y por la coincidencia
de mi vida completa.
Díaz, Laura. México (08 de marzo, 2016.)
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