como al pasar de los años
perdí mis delicadezas y dulzuras
para que me representarán mis daños.
Pero, mis daños no soy yo
y aunque ahora veo que me perdí
entre la desesperanza y el dolor,
mis daños no soy yo.
Vuelvo al amor, a mi esencia,
que me perdonó por haber adoptado
esas heridas, por ponerles nombre
por llamarlas mías.
Esas heridas, los engaños,
los ultrajes, las burlas,
el desprecio, el desamor...
los daños no soy yo.
Sucedió, es verdad,
son parte de mis vivencias
más no de mi esencia,
mis daños no me representan.